14
Feb

Editando la copia

Cuando la inspiración te pilla copiando

 

Es la carta de presentación, es su rostro, la cara del libro, lo primero que se ve del diseño editorial. La portada lo es todo y a veces nada, es decir, un libro puede venderse por su llamativa portada y otras veces ésta no te vende nada. Así pasaba antiguamente, cuando lo verdaderamente importante estaba maquetado en el interior. Hoy en día, todas parecen haber acudido al mismo cirujano plástico, y las portadas de los libros son más un producto creado en serie. ¿Falta de creatividad? Puede que no. Estrategia comercial, lo más seguro.

El mercado editorial está marcado por las modas, tal y como ocurre en otros sectores. Así, en lo que a maquetación editorial se refiere estamos viviendo una etapa en la que la copia es un acierto. Pero como a nadie le gusta copiar, porque eso está mal visto, el diseño editorial utiliza la disculpa del «yo no copio, me inspiro».

Por todos es sabido que las ventas del sector editorial están en manos de unos pocos, el resto solo se adaptan a lo que esos pocos dicen (cómo pasa en otros campos). Es la única forma que tienen de seguir en el mercado: copiando, digo: inspirándose en lo que hacen los grandes. Esa «inspiración» ha de comenzar por la portada, la parte más visible y sugerente del libro.

Según un reportaje publicado en Verne, suplemento cultural de El País, titulado “Por qué todas las portadas de los libros parecen iguales”, su autor, Jaime Rubio Hancock establece tres diferentes portadas. Una creativa, otra más aséptica y la tercera es la que imita al resto, y a poder ser a lo que tiene éxito. “Se sigue un mismo estilo para dejar claro a los fans que van a encontrar más de lo mismo ya desde la portada”, explica Jaime. Y es algo que dentro de una saga es normal que se haga. Pero su ámbito de influencia crece hasta inundar a libros de la misma tipología.

Ejemplos de copia inspirada

El éxito de la trilogía de «50 Sombras de Grey», ha obligado a muchas otras editoriales a apostar por secciones con la literatura erótica femenina como protagonista. Junto a ello, el formato. A saber, todos los libros que siguen esta colección se inspiran en objetos únicos como protagonistas absolutos de la portada y todo bajo un halo de misterio. La razón: seguir la estela del éxito, aunque ésta sea efímera.

Otro claro ejemplo, esta vez como mero identificador de sexo, es el caso de Marian Keyes, que dedica su literatura al mundo femenino. En Keyes, sus portadas son de colores vivos llamativos, ácidos, en definitiva: femeninos. Así no hay lugar al equivoco, un hombre sabe a lo que se enfrenta si escoge un de estos libros. Y una mujer, también.

La portada, como elementos diferenciador, debe ayudar a poner en contacto escritor con lector. Así, es bueno que desde el principio el reflejo de la portada sea el mismo que el interior. Un vínculo. Pero no que una misma sección deba seguir el mismo principio. Una novela negra, puede ser rosa, ¿por qué no? Quizás sea demasiado arriesgado.

Así las cosas, como pasa en otros sectores, el dinero gana y el sector editorial no se libra. Si algo funciona se copia, y punto. Falta de creatividad… no, sólo que, a veces, la inspiración nos pilla copiando.